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viernes, 29 de marzo de 2013

CLIENTE EXTERNO, CLIENTE INTERNO

Estamos acostumbrados a la preocupación de la empresas por sus clientes, es famosa la frase “el cliente siempre tiene razón”, y aunque estemos acostumbrados a ver empresas que sólo se preocupan de sacar el máximo dinero posible, sabemos que en un mercado libre tienden a desaparecer, las empresas que triunfan en mercados competitivos son las que hacen las cosas bien, esas actitudes solamente pueden perdurar en monopolios u oligopolios.

Estamos menos acostumbrados al cliente interno, que es el trabajador de la propia empresa. Hay muchos ejemplos de los problemas que conlleva su maltrato, pero pongamos alguno.

Tenéis el cliente que llega a una tienda y pregunta por una oferta que acaba de escuchar en la radio o televisión, y se encuentra con la expresión de asombro de los empleados que no saben nada. Otro ejemplo sería el típico de la administración, llamas preguntando por un subvención que ha salido ese día, y nadie sabe nada o se acaban de enterar y se la están leyendo. Se podrían dar más ejemplos, pero creo que con dos es suficiente.

Hay empresas que hacen las cosas a espaldas de sus empleados y lo único que consiguen es que el cliente externo que tanto dicen cuidar, acabe siendo mal atendido, porque digamos la verdad, si nos hemos enterado de una oferta o un servicio y preguntamos por él y nadie sabe nada, ¿quién de vosotros volvería a esa tienda o empresa?. Se pierde una venta y un cliente.

¿Que empresas soportan eso?. Los monopolios, la administración, etc. Cuando os pase eso y sea en una empresa conocida pensad que o están cerca del cierre, o si llevan mucho tiempo funcionando así y sobreviven, entonces no hay duda que estamos ante una administración o un monopolio. Un ejemplo es mirar a vuestro alrededor y buscar ejemplos de oligopolios, muy comunes en este país, así nos va.

Si un día tenéis una empresa, formar, informar y cuidar a los empleados, porque la imagen que proyectaréis será la que den vuestros empleados. En un mundo competitivo os comería la competencia en cuatro días. Aunque siempre queda el recurso de las amistades y el monopolio, si el cliente no puede elegir, ya no tendréis por que ser eficientes.

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