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miércoles, 12 de octubre de 2016

Atentado del 20 de julio de 1944: la suerte salvó a Hitler

Hoy trataremos el atentado contra Hitler del 20 de julio de 1944, no detallaremos la conspiración ni el plan del golpe de estado, nos limitaremos al cúmulo de hechos fortuitos que salvaron la vida de dictador.

El plan de los conspiradores era simple, entrar en la sala de reuniones de Hitler, dejar una bomba en un maletín con un temporizador (10 minutos) y salir para una vez producida la explosión avisar al resto de los conspiradores en Berlín para empezar el golpe.

El primer problema que tuvieron era la persona para poner la bomba, necesitaban alguien invitado a esas reuniones y los conspiradores no eran muy numerosos. El elegido fue Claus von Stauffenberg, coronel de estado mayor perteneciente a una familia de rancio abolengo de la católica Baviera. Era todo un representante de la nobleza alemana (la principal oposición a Hitler era la extrema derecha monárquica, básicamente los militares de profesión de la vieja nobleza). El defecto de Stauffenberg y que influyó en el golpe, era ser un mutilado de guerra, en febrero de 1943 en la Batalla del Paso Kasserine perdió un brazo y dos dedos de la otra mano, también perdió un ojo.

Stauffenberg antes de sus heridas
El día del atentado la reunión se cambió de lugar y se hizo en una casamata de madera anexa al búnker en lugar de en el interior de éste, lo cual permitió que se disipara la onda expansiva hacia el exterior (primer golpe de mala suerte).

Era un día caluroso por lo que las ventanas estaban abiertas, lo cual agravó lo anterior (segundo golpe de mala suerte), en este punto no es segura la muerte de Hitler con las ventanas cerradas pero habría sufrido heridas más graves. Los demás errores que señalamos si evitaron la muerte segura del Führer.

Stauffenberg nada más empezar la reunión y ver que asistía Hitler, salió de la sala de reuniones y se fue a una sala contigua con la excusa de cambiarse de camisa. Con la ayuda de un asistente (teniente Von Haeften) procedió a la activación de las dos bombas que llevaba, al solo tener una mano el proceso fue más lento de lo normal y la interrupción por parte de un suboficial que lo requirió a volver a la reunión evitó que armara las dos bombas (tercer golpe de mala suerte), Haeften se quedó con la otra y Stauffenberg se fue a la reunión con una bomba en el maletín.

Expertos en explosivos han declarado que la segunda bomba hubiera explotado con la detonación de la primera, si Stauffenberg hubiera metido las dos en el maletín la explosión hubiera sido mucho más fuerte y nadie hubiera sobrevivido en la sala de reuniones (esto fue un error no mala suerte).

De vuelta a la sala buscó un sitio para colocarla lo más cerca posible de Hitler y salió, una vez activada la bomba explotaría en 10 minutos. La bomba fue dejada cerca de Hitler al borde de la mesa de roble donde estaban los planos que se discutían. Alguien tocó el maletín (se supone que el general Heinz Brandt uno de los fallecidos en el atentado) y lo desplazó hacia el interior de la mesa lo que protegió a Hitler de la explosión (cuarto golpe de mala suerte).

La sala de reuniones después del atentado
El resto ya lo conocemos, Hitler sobrevivió sin apenas daños aparentes, aunque en las semanas posteriores aparecieron secuelas de la explosión y su adicción a los narcóticos aumentó. El golpe fracasó, necesitaban a Hitler muerto, con él malherido hubieran tenido una posibilidad pero con heridas leves como fue el caso no había esperanza. La guerra duró casi otro año más y murieron millones de personas.

Como vemos cuatro golpes de mala suerte y un error, probablemente solo con uno que no se hubiera producido Hitler hubiera muerto. Todos los expertos aseguran que si la reunión hubiese sido en un búnker de hormigón como era habitual o simplemente Stauffenberg hubiera metido la segunda bomba en el maletín, incluso sin armar, nadie habría salido vivo de la reunión. Parece que el diablo cuida bien de los suyos.

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